Fiebre mágica - (Fiebre 03) - Karen Marie Moning

—¿Cómo se atreve a venir aquí para obligarme a darle respuestas cuando usted jamás da una? —dije entre dientes. Le golpeé en el estómago con ganas, pero él ni siquiera se inmutó. Así que le aticé de nuevo y… nada.
—La veo aquí, toda bronceada y resplandeciente, y se pregunta por qué he utilizado la Voz con usted —bramó—. ¿De dónde narices ha salido? Ha estado otra vez con V'lane. ¿Cuántas bofetadas se cree que pienso aguantar, señorita Lane? —Me agarró el puño y me sujetó cuando intenté golpearle de nuevo, e hizo lo mismo con el otro cuando traté de darle con él—. Le advertí que no intentase enfrentarnos.
—¡No estoy jugando con usted! Sólo intento sobrevivir. ¡Y no le abofeteo cuando me marcho con V'lane! —Intenté liberarme—. No tiene nada que ver con usted. Lo que pretendo es conseguir respuestas, y dado que no me da ninguna, no puede culparme por buscarlas en otra parte.
—¿Así que el hombre que no folla en casa tiene derecho a salir y a engañar?
—¿Eh?
—¿Qué palabra no ha entendido? —dijo, despectivo.
—Es usted quien carece de lógica. ¡Esta no es mi casa, nunca lo será, y nadie se folla a nadie! —respondí a gritos.
—¿Y cree que no lo sé? —Movió su cuerpo debajo del mío, haciendo que fuera dolorosamente consciente de algo. De un par de cosas, de hecho, una de las cuales era lo corta que era mi falda. La otra no era problema mío. Me meneé para bajármela, pero su expresión me hizo desistir de la idea. Cuando Barrons me mira de ese modo hace que me estremezca. La lujuria en esos antiguos ojos de obsidiana no promete ni rastro de humanidad. Era inútil molestarse siquiera.
Mac la salvaje quiere invitarle a salir y a jugar. Yo creo que está chiflada. Chiflada, sin la más mínima duda.
—Suélteme las manos.
—Oblígueme —me provocó—. Utilice la Voz conmigo, señorita Lane. Vamos, niñita, muéstreme algo de su poder.