Gloria Swanson, la primera superestrella del cine

Fue una niña atípica, precoz y con carácter. No toleraba vestirse como las demás chicas. Ni si quiera le gustaba jugar con ellas. Prefería estar sola o en compañía de los mayores. Gloria Swanson tenía prisa por hacerse mayor y descubrir los fascinantes secretos que, sospechaba, guardaban los adultos. "Odiaba ser una niña. Solo quería ser mayor. Nunca me interesaron las cosas de la infancia. Siempre sentí que era un preludio monótono e intolerablemente tonto a algo más real, misterioso y conmovedor. Estaba claro que el sexo, el matrimonio y los hijos eran las cosas ocultas que me intrigaban tanto", recordaba Swanson en una entrevista que ahora recoge la última biografía de la actriz, Gloria Swanson: The ultimate star, escrita por Stephen Shearer. 

Había nacido en Chicago en 1899. Con un padre soldado que cada cierto tiempo tenía que cambiar de destino, tuvo una infancia nómada: pasaba seis meses al año en Chicago con su madre y el resto en Florida o Puerto Rico con papá, donde aprendió español. El colegio nunca fue su fuerte pero, en cambio, pronto empezó a cantar en la iglesia de su barrio. En su primera obra de teatro, su padre, Joseph, colgó en la puerta del vestuario un cartel en forma de estrella con su nombre: ‘Gloria Swanson’ y no Glory, como la llamaban en casa. 
Joseph nunca la trató como una niña y, quizá por eso, ella le tenía idealizado. "Mi padre era, probablemente, la persona de la que yo estaba enamorada. Cuando tenía 13 o 14 años, viví mi despertar sexual. Recuerdo lo bien que olía y siempre he asociado su olor a las personas que me gustan. Le admiraba muchísimo porque no había nada que yo quisiera saber que él no fuera capaz de contestar". 
Tanto era así que, según Shearer, Swanson buscó esa figura paterna en todos los hombres de su vida. «A Gloria le atraían los hombres mayores, protectores, que cumplieran el rol del padre», explica Shearer, autor de la biografía. No era una belleza clásica, con sus facciones prominentes y su escaso metro y medio de estatura, pero su agresiva sensualidad la hacía irresistible. De hecho, Swanson se casó seis veces. 
Ya había empezado a hacer pequeños papeles en la gran pantalla cuando, el día que cumplió 17 años, pasó por primera vez por el altar con el actor Wallace Beery. La actriz confesó que Beery la violó en su noche de bodas y cuando se quedó embarazada, le provocó un aborto. Se divorciaron dos años después. A los 19 años, Swanson ya era una estrella. Y a los 25, era quizá la actriz más famosa del mundo gracias a las películas románticas de Cecil B. DeMille, que la convirtió en la musa. Sin embargo, su relación con el director –y con al menos 13 hombres más, incluido Rodolfo Valentino– le costó su segundo matrimonio con el empresario Herbert K. Somborn. Juntos tuvieron una hija, Gloria, y adoptaron un niño, Sonny.


Más que una actriz, un icono
Para entonces, la actriz no solo era una estrella, sino que se había convertido también en el primer icono de moda de Hollywood, con sus impresionantes joyas y sus vestidos de alta costura. Consecuentemente, su tercer marido no podía ser un cualquiera. Conoció al aristócrata francés Henry de La Falaise, cuando él fue contratado para ser su intérprete mientras la actriz rodaba una película en Francia. Swanson volvió a Hollywood con el título de marquesa y fue recibida con pomposos desfiles. Se quedó embarazada, pero estaba tan centrada en su carrera, que decidió abortar, algo de lo que se arrepentiría. La maternidad nunca había sido su prioridad y, según Shearer, nunca se prodigó en muestras de afecto hacia sus hijos. "Jamás estuve unida a mi madre. Teníamos lo que podríamos llamar una relación de amor-odio", explicó su hija, Michelle, en una ocasión.
Estando aún casada con Henry, Swanson tuvo un largo affaire con Joseph Kennedy Sr., el autoritario padre de los Kennedy, que trabajaba como ejecutivo en un estudio de cine. Fue él quien le consiguió a Henry un trabajo como representante del estudio en Francia, un cargo que le mantenía convenientemente alejado de su mujer. Su relación con Kennedy, que se convirtió en su socio cuando la actriz empezó a producir sus propias películas, era un secreto a voces. Incluso la familia de él estaba al tanto. Swanson solía contar como Joseph la besaba delante de su hijo, el futuro presidente John F. Kennedy. Pero cuando lo suyo se terminó, Swanson quedó sumida en deudas millonarias.
Hasta entonces, la actriz había vivido como se esperaba de la nobleza. "El público quiere que vivamos como reyes, así que eso hicimos", contó en una ocasión. Se gastaba una fortuna en vestidos. Al mismo tiempo, se convirtió en una déspota que demandaba ser llevada hasta su camerino en una silla transportada por cuatro hombres, mientras el equipo le hacía la reverencia. Tan arrogante, vanidosa y egocéntrica, como estilosa e hipnótica, Swanson tenía un carácter particular que su propia hija, Michelle, llegó a definir como "imposible". "Era difícil, narcisista y carecía de modestia. Pero antes de que Hollywood creara a las estrellas, hubo un puñado de estrellas que crearon Hollywood. Y Gloria Swanson fue una de ellas", explica Shearer.

El resurgir de Swanson
Después de haber finiquitado su matrimonio con Henry, en 1931 Swanson se casó con el playboy Michael Farmer, tuvo a su hija, Michelle, y se divorció tres años después. Luego, esperó hasta 1945 para darle una nueva oportunidad al matrimonio junto a William N. Davey, un alcohólico que la dejó tirada en cuestión de meses. 
Después de tantos desengaños, Swanson permaneció soltera durante 30 años. Su carrera también había languidecido. Con la irrupción del sonoro, Swanson cayó en el olvido. Hizo radio, televisión y montó sus propios negocios hasta que en 1951, 17 años después de su última película, sonó el teléfono. Era Billy Wilder, quería que hiciera una casting para Sunset Boulevard. "¡No he hecho un prueba en mi vida!", protestó ella. Aún así, la hizo y se llevó el papel de Norma Desmond.
En 1976, se casó por última vez con William Dufty, un periodista que le ayudó a escribir su autobiografía y que compartía con ella su pasión por la dieta macrobiótica. Viajaron, escribieron libros juntos, se codearon con la alta sociedad y vivieron en ciudades como Nueva York, Roma o Lisboa. 
Después de regresar de unas vacaciones en Portugal, Swanson murió en Nueva York el 4 de abril de 1983. Tenía 84 años. Muchas de sus cosas fueron subastados al mejor postor. Apenas les dejó medio millón de dólares a sus tres hijos, después de haber derrochado la mayor parte de su fortuna. En su epitafio se podía leer un aséptico "Gloria May Josephine Swanson 1899-1983". No había sido su última voluntad. Como explicó en una entrevista, ella  hubiese preferido otro: "Pagó sus facturas. Esa es la historia de mi vida".

Fuente: Mujerhoy.com