Comentario a "La Guerra Interminable"

La Guerra Interminable.
Joe Haldeman

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Hay libros “talismán” para mí.

“La Guerra Interminable” es uno de ellos. Por mucho que uno lea, siempre acaba volviendo a plantearse una relectura de determinadas obras que significaron algo (o mucho) en el pasado. Quizás ocurre que ese placer mórbido de comprobar si siguen causando las mismas “vibraciones” experimentadas en su momento debe saciarse.

No sé cuántas veces he leído esta obra de Haldeman. Muchas. Desde luego, no demasiadas. Posiblemente nunca sean demasiadas, porque su temática está tan vigente hoy como lo estuvo cuando se escribió, se publicó … o cuando llegó a mis manos, hace ya … 32 años de eso.
Con posterioridad nada me ha hecho pensar que ya no posee esa vigencia. Antes al contrario, parece como si cada vez fuese más protagonista de muchos momentos de reflexión.

¿Qué es “La Guerra Interminable” (“The forever War”)?

Una novela de Ciencia Ficción. Encuadrarla en un subgénero de la misma esa tarea delicada. Lógicamente, lo fácil sería subsumirla con la etiqueta “militar”. Con ello, ya cometeríamos el primer error; desde luego que hay un trasfondo bélico, pero si uno tuviese que buscar el alfa y el omega del antimilitarismo y el antibelicismo, ésta es una de las obras perfectas.

A través del militar Mandella, protagonista principal de la novela, Haldeman –un veterano de la Guerra del Vietnam- se pronunciará con un cinismo afilado sobre el devenir y transcurso de una confrontación armada. Sin embargo…¿podría decirse que el autor pretende manipularnos para provocar que su mensaje subliminal quede prendado en nuestras mentes? No, no lo veo así. Puede incluso que algún lector quede muy satisfecho con esta obra como simple ejemplo de un “space opera militar”, disfrutando enormemente de las batallas sangrientas y la exterminación que toda buena y decente guerra debe causar entre propios y extraños.
Es la conciencia moral de cada cual la que podrá entrever algo más allá de las meras masacres necesariamente presentes en el libro. Y esta conciencia moral, esta dimensión ética puede plantearse lo siguiente…

¿Puede empezar una guerra “interminable” y sangrienta por un suceso que ninguna de las dos partes implicadas llega realmente a comprender?
¿Podría, por razones económicas, convertirse el mundo “civilizado” en un ente que descartara las personas que superen una determinada edad y las considerara “prescindibles” y, por tanto, no aptas para ser acogidas y protegidas por la sociedad?
¿Podría manipularse la tendencia sexual y biológica de la población como instrumento de control de natalidad y control social?
¿Es la guerra un fin en sí mismo, más allá de sus causas y los acontecimientos que se desarrollan a través de ella?
¿Puede el amor, aquél amor que se cimenta más allá de la pasión sexual, sobrevivir y reivindicarse por encima de cualquier otra circunstancia y obstáculo que las personas experimentan en sus vidas?

Leer “La Guerra Interminable” puede dar esas respuestas. Y si se lee con esa dimensión ética y reflexiva que se ha aludido anteriormente, surge una emoción que se erige sobre todas las demás que uno pueda sentir; el odio por la guerra. El odio por aquello que destroza las mentes, las almas y los cuerpos de las personas dentro de una orgía de destrucción programada.
Pero, sobe todo, es una novela sobre el desarraigo; el que sufren los personajes a lo largo de su singladura bélica.

“La Guerra Interminable” es un relato relativamente corto, muy entretenido y con un ritmo que permite plantearse lo adecuado de sus diferentes capítulos. Puede utilizarse para simple disfrute más o menos banal o, como ocurre a muchos entre los que me incluyo, plantearse qué clase de monstruosidad puede causar que la guerra se alimente a sí misma y devore a las personas que en ella participan, tanto en sentido literal como figurado. Sea como fuere, no es una obra para dejar indiferente a nadie, ya por haber constituido un rato de intensa lectura, ya como pieza de meditación y reflexión sobre la civilización y nuestras sociedades pasadas, presentes o futuras.

No falta quien dice que la obra de Haldeman surge como “contestación” al libro de Robert A. Heinlein “Tropas del Espacio” (Starship Troopers), cuya versión fílmica es ampliamente conocida (y sus secuelas, espero, sean tan desconocidas como merecen, por horripilantes). No es un debate que sea fácil, pues ello implicaría pronunciarse sobre qué pretendía realmente Heinlein con su obra. Y tal pronunciamiento es sumamente difícil y prefiero dejarlo para un comentario específico para tal libro, que sin duda merece.

Lo que sí está claro es que, al igual que pasara con el libro de Heinlein, “La Guerra Interminable” constituye un elemento de partida perfecto para un guión cinematográfico.

¿Sabéis quién ha adquirido los derechos y se dispone a filmar una película basada en un guión que tome a “La Guerra Interminable” como inspiración?
Este señor:

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Ridely Scott

Sus palabras fueron éstas:
"Intenté hacer 'Forever War' hace 25 años y desde entonces, el libro se ha hecho más relevante y oportuno", declara Scott a Variety. "Es una épica de ciencia ficción, un poco de La Odisea mezclado con Blade Runner, todo ello construido sobre una premisa desorientadora".

Bien. Sin entrar en las analogías que el mismo director cinematográfico hace con sus películas pasadas, me imagino que podéis concluir que “La Guerra Interminable” ha dejado huella en personas con cierta relevancia a la hora de buscar “historias que merecen ser contadas mediante imágenes”.

A estos efectos, “El autor Joe Haldeman confirmó que David Webb Peoples, el guionista de Blade Runner y Doce Monos, será el encargado de escribir la adaptación de su famosa novela. Peoples ha estado bastante inactivo durante los últimos años pero ha demostrado tener un buen oído para el mundo de la ciencia ficción y una novela difícil de adaptar como La Guerra Interminable necesita de toda la ayuda que se pueda conseguir.”

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Y dicen bien que es una novela difícil de adaptar. Podría quedar en una simple sucesión de batallas galáctico-planetarias, muy efectistas y pletóricas de adrenalina, alienígenas y valientes soldados.

Sin embargo, “La Guerra Interminable” es mucho más que eso. Se merece que el espectador pueda experimentar el cinismo de su protagonista, su soledad, su inteligencia, el despertar de sus emociones hacia alguien, su desesperación y su abandono hacia lo inevitable. Y los espectadores también nos merecemos plantearnos si no sería una buena idea, una magnífica idea de hecho, el ser capaces de impedir que ninguna otra guerra ni ninguna de sus consecuencias humanas y sociales se vuelvan a repetir.

En todo caso, la película es un proyecto. Pero la novela es una realidad.

Una realidad que, como decía al principio y por mucho que disponga de muchos nuevos libros para leer, me apetece enfrentar cada cierto tiempo otra vez. Por supuesto, es algo puramente personal, como personal es decir que, independientemente de los premios Hugo y Nebula que posee el libro de Haldeman, para mí siempre ha sido una obra maestra, un canto a la locura del paseo por el Valle de la Muerte, una crítica brutal al militarismo y a los “conflictos inevitables” que causan “muertes inevitables”.

Mi impresión es que Haldeman, de forma muy subliminal pero sin manipularnos a estos efectos, nos deja claro que la vida es la única posesión real y valiosa que tenemos. Y al exponer con frío cinismo cómo muchas vidas se extinguen…como parte del proceso normal de la guerra… no puede dejar de pensarse que esas personas ya no podrán reír, ni llorar, ni odiar, ni amar. Eran promesas inteligentes de un aporte a la sociedad a la que pertenecían, pero ya no son nada. Ni siquiera un recuerdo con el paso de los años a escala galáctica y dentro del espacio de Einstein, el cual también es objeto de especulación científica (Haldeman estudió Fïsica) respecto a la "paradoja temporal".

En todo caso, y si tenéis la oportunidad de hacerlo, dadle una oportunidad a “La Guerra Interminable”. Quizás no llegue a conmoveros ni os cause un efecto especial respecto a las cuestiones que Joe Haldeman pueda plantear en la novela. Pero falta de entretenimiento no habrá.

Pues curiosamente yo llegue a este libro tras leer el de Heinlein y desde luego me quedo co este, tanto en calidad argumental como en "planteamientos" morales.

La idea de los saltos de planeta en planeta en los que sólo transcurren unos años para el protagonista y sus compañeros mientras en la Tierra envejecen cientos de años y todo va cambiando, manteniendo el antiguo "modo" de vida sólo los soldados supevivientes es muy buena.

Veo una diferencia clara con el mencionado Tropas del espacio y es que en este libro matar es malo y traumático, aún cuando sea a bichos feos como los taurinos. El punto caramente antimilitarista que destila toda la obra y el hecho de que ademas sea una lectura de lo más entetenida, cínica e inteligente. Tiene un punto triste ¿verdad?.

Muchas graias por recordarla, sin duda me uno a tu recomendación. Voy a ver si me animo y la reller, perohay tanto y tan poco tiempo...

Gracias, Osomax.

Tengo este libro desde hace medio año, y la verdad es que aún no me había animado a cogerlo, pero tu comentario me ha motivado, y en cuanto acabe los que tengo a medias (no sé cómo me las arreglo, siempre tengo dos o tres peleándose por mi atención), me pondré con esta novela.