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La leyenda de Halloween

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Maia
Anabelee
6 participantes

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La leyenda de Halloween Empty La leyenda de Halloween

Mensaje  Invitado Jue 27 Oct 2011 - 23:33

Ya que se nos ha ido colando sibilinamente entre nuestras tradiciones y ya que estamos pasándolo en grande jugando con firmas y avatares (somos como críos, pero qué bien nos lo pasamos Rolling Eyes ), he pensado que quizás os gustaría conocer esta leyenda directamente relacionada con Halloween:


La leyenda de las calabazas, Jack el de la Linterna


Las calabazas son uno de los elementos característicos de la noche de Halloween, pero la gente no conoce realmente de dónde viene esta tradición.

La historia se remonta a tiempos atrás en los que el granjero Jack O'Lantern conocido "El Tacaño" (Stingy Jack), un hombre irlandés de mala reputación por sus malas artes para engañar y mentir a los que conocía. Jack era aficionado a la bebida y en la Noche de las Brujas fue al bar donde se topó con el mismísimo Satanás, que acudió allí porque le había llegado el rumor del alma tan negra del granjero.

Esa noche, Jack bebió junto al Diablo que había tomado forma humana y bebió tanto que no tenía intención de dejar de hacerlo cuando el Diablo le dijo realmente quien era y que venía a llevárselo por los pecados que había cometido.
Entonces, Jack le dijo al Diablo que como última voluntad, quería tomar otro trago con él y entonces le entregaría su alma. Entonces, cuando fueron a pagar, ninguno de los dos tenía dinero por lo que el Diablo se transformó en la moneda con la que Jack pagaría la copa pero éste la tomó y la guardó en su cartera en la que guardaba una crucifijo de plata por lo que el Diablo no podía volver a su forma original. Jack le dijo al Diablo que no le dejaría ir sino le prometía que hasta dentro de un año no le volvería a pedir su alma y así fue.

Un año más tarde, Jack y el Diablo se reunieron en el campo. El Diablo ya estaba preparado para llevarse su alma pero Jack le pidió un último deseo: "Iré, pero antes de hacerlo, ¿me pasarías la manzana que está en ese árbol, por favor?". El diablo no adivinó los planes del irlandés y de un salto llegó a la copa del árbol y, antes de darse cuenta, Jack había tallado una cruz en el tronco de ese árbol con un cuchillo por lo que el diablo no pudo bajar y por tanto, no puedo obtener su alma. Entonces Jack hizo prometer al diablo que no le pediría su alma en diez años y el Diablo aceptó ya que no le quedaba nada más por hacer.

Unos años más tarde, Jack murió pero no le dejaron entrar al Cielo ya que en vida había sido un borracho y un estafador. Cuando se dirigió al Infierno tampoco lo dejaron entrar porque el Diablo estaba enfadado por el trato que le había dado. Entonces, Jack se pregunto "¿Adónde iré ahora?" y el Diablo le contestó "Vuelve por donde viniste".
El camino de regreso era oscuro y con mucho viento, por lo que el diablo le lanzó a Jack un carbón encendido directamente del infierno para que pudiera guiarse por la oscuridad y lo puso en un nabo que estaba comiendo para que no se apagara con el viento. Así, Jack fue condenado a caminar eternamente por la oscuridad entre el bien y el mal. Con el paso del tiempo el granjero irlandés fue conocido como "Jack of the Lantern" ("Jack el de la Linterna").

El hecho del nabo es porque los irlandeses son descendientes de los celtas y por según la tradición, ahuecaban nabos y ponían en ellos carbón que iluminaban a la hora de dar la bienvenida a sus seres queridos y a la vez se protegían de los malos espíritus. Cuando los irlandeses llegaron a América, conocieron las calabazas y se dieron cuenta que eran más grandes y más fáciles de ahuecar por lo que comenzaron a usarlas.

Otro de los motivos por los que decoran las casas de calabazas durante este año es para evitar que Jack llame a las casas pidiendo "Truco o Trato".

Y un apunte sobre porqué se empezó a celebrar el Dia de Todos los Santos:

"All Hallow's Even", o la víspera del Día de Todos los Santos


Cuando se propagó el cristianismo, a los sacerdotes católicos no les gustaba la adoración a esta diosa por considerarlo una idolatría por lo que buscaron una forma de convertir esta fiesta en una festividad cristiana.
De este modo, en el año 837 d.C. inventaron un día dedicado a los santos que no tenían un día especial durante el año, los santos menores, y desde entonces el 1 de noviembre es conocido como Día de Todos los Santos, que en Inglaterra denominaron "All Hallow's Day" y por tanto, a la noche anterior la llamaron "All Hallow's Even", la "víspera del Día de Todos los Santos".
Con el paso del tiempo esas palabras se unieron con las conocidas contradicciones del idioma y la palabra pasó a ser Halloween.


Toda esta información y mucha más en: http://www.extremaduraaldia.com/reportajes/la-leyenda-de-halloween-y-su-significado-en-espana/67107.html

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Mensaje  Anabelee Jue 27 Oct 2011 - 23:41

Gracias, Frodo, por contarnos la historia completa, conocía una versión bastante más reducida.
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Mensaje  Maia Jue 27 Oct 2011 - 23:41

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Mensaje  Invitado Jue 27 Oct 2011 - 23:43

Aplauso Aplauso Aplauso Qué interesante!! me ha gustado la historia mucho. Lo que me ha sorprendido es lo lerdo que era el diablo, eh? caer una vez, bueno, vale, pero dos????? si nace más tonto, no nace! La leyenda de Halloween 365459

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La leyenda de Halloween Empty Re: La leyenda de Halloween

Mensaje  Invitado Jue 27 Oct 2011 - 23:47

Maia escribió:Más información aquí...

https://www.audiosyebooks.com/t10966-fiesta-de-halloween-origen-y-leyendas

Mucha momia... La leyenda de Halloween 602843 La leyenda de Halloween 602843 La leyenda de Halloween 602843 La leyenda de Halloween 602843

Gracias Maia. Ahora mismo me voy para allá a escucharlo. Es que no damos abasto para cubrir todos los lugares del foro La leyenda de Halloween 178601 Flower

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La leyenda de Halloween Empty Re: La leyenda de Halloween

Mensaje  Maia Jue 27 Oct 2011 - 23:50

Embarassed Embarassed Y os he dejado un poquito de música.. que dicen que amansa a las bestias La leyenda de Halloween 428245

La leyenda de Halloween 602843 La leyenda de Halloween 602843 La leyenda de Halloween 602843 FELIZ HALLOWEEN....
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Mensaje  tali Jue 27 Oct 2011 - 23:58

Aplauso Aplauso Aplauso Gracias Frodo y Maia.
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La leyenda de Halloween Empty Re: La leyenda de Halloween

Mensaje  Invitado Vie 28 Oct 2011 - 0:49

Pero como no todo tienen que ser relatos foráneos, os dejo éste otro que seguro muchos de vosotros conoceréis y que también está relacionado con estas fechas.

El monte de las ánimas
Gustavo Adolfo Bécquer


La noche de difuntos me despertó a no sé qué hora el doble de las campanas; su tañido monótono y eterno me trajo a las mientes esta tradición que oí hace poco en Soria.
Intenté dormir de nuevo; ¡imposible! Una vez aguijoneada, la imaginación es un caballo que se desboca y al que no sirve tirarle de la rienda. Por pasar el rato me decidí a escribirla, como en efecto lo hice.
Yo la oí en el mismo lugar en que acaeció, y la he escrito volviendo algunas veces la cabeza con miedo cuando sentía crujir los cristales de mi balcón, estremecidos por el aire frío de la noche.
Sea de ello lo que quiera, ahí va, como el caballo de copas.

I

-Atad los perros; haced la señal con las trompas para que se reúnan los cazadores, y demos la vuelta a la ciudad. La noche se acerca, es día de Todos los Santos y estamos en el Monte de las Ánimas.
-¡Tan pronto!
-A ser otro día, no dejara yo de concluir con ese rebaño de lobos que las nieves del Moncayo han arrojado de sus madrigueras; pero hoy es imposible. Dentro de poco sonará la oración en los Templarios, y las ánimas de los difuntos comenzarán a tañer su campana en la capilla del monte.
-¡En esa capilla ruinosa! ¡Bah! ¿Quieres asustarme?
-No, hermosa prima; tú ignoras cuanto sucede en este país, porque aún no hace un año que has venido a él desde muy lejos. Refrena tu yegua, yo también pondré la mía al paso, y mientras dure el camino te contaré esa historia.
Los pajes se reunieron en alegres y bulliciosos grupos; los condes de Borges y de Alcudiel montaron en sus magníficos caballos, y todos juntos siguieron a sus hijos Beatriz y Alonso, que precedían la comitiva a bastante distancia.
Mientras duraba el camino, Alonso narró en estos términos la prometida historia:
-Ese monte que hoy llaman de las Ánimas, pertenecía a los Templarios, cuyo convento ves allí, a la margen del río. Los Templarios eran guerreros y religiosos a la vez. Conquistada Soria a los árabes, el rey los hizo venir de lejanas tierras para defender la ciudad por la parte del puente, haciendo en ello notable agravio a sus nobles de Castilla; que así hubieran solos sabido defenderla como solos la conquistaron.
Entre los caballeros de la nueva y poderosa Orden y los hidalgos de la ciudad fermentó por algunos años, y estalló al fin, un odio profundo. Los primeros tenían acotado ese monte, donde reservaban caza abundante para satisfacer sus necesidades y contribuir a sus placeres; los segundos determinaron organizar una gran batida en el coto, a pesar de las severas prohibiciones de los clérigos con espuelas, como llamaban a sus enemigos.
Cundió la voz del reto, y nada fue parte a detener a los unos en su manía de cazar y a los otros en su empeño de estorbarlo. La proyectada expedición se llevó a cabo. No se acordaron de ella las fieras; antes la tendrían presente tantas madres como arrastraron sendos lutos por sus hijos. Aquello no fue una cacería, fue una batalla espantosa: el monte quedó sembrado de cadáveres, los lobos a quienes se quiso exterminar tuvieron un sangriento festín. Por último, intervino la autoridad del rey: el monte, maldita ocasión de tantas desgracias, se declaró abandonado, y la capilla de los religiosos, situada en el mismo monte y en cuyo atrio se enterraron juntos amigos y enemigos, comenzó a arruinarse.
Desde entonces dicen que cuando llega la noche de difuntos se oye doblar sola la campana de la capilla, y que las ánimas de los muertos, envueltas en jirones de sus sudarios, corren como en una cacería fantástica por entre las breñas y los zarzales. Los ciervos braman espantados, los lobos aúllan, las culebras dan horrorosos silbidos, y al otro día se han visto impresas en la nieve las huellas de los descarnados pies de los esqueletos. Por eso en Soria le llamamos el Monte de las Ánimas, y por eso he querido salir de él antes que cierre la noche.
La relación de Alonso concluyó justamente cuando los dos jóvenes llegaban al extremo del puente que da paso a la ciudad por aquel lado. Allí esperaron al resto de la comitiva, la cual, después de incorporárseles los dos jinetes, se perdió por entre las estrechas y oscuras calles de Soria.

II

Los servidores acababan de levantar los manteles; la alta chimenea gótica del palacio de los condes de Alcudiel despedía un vivo resplandor iluminando algunos grupos de damas y caballeros que alrededor de la lumbre conversaban familiarmente, y el viento azotaba los emplomados vidrios de las ojivas del salón.
Solas dos personas parecían ajenas a la conversación general: Beatriz y Alonso: Beatriz seguía con los ojos, absorta en un vago pensamiento, los caprichos de la llama. Alonso miraba el reflejo de la hoguera chispear en las azules pupilas de Beatriz.
Ambos guardaban hacía rato un profundo silencio.
Las dueñas referían, a propósito de la noche de difuntos, cuentos tenebrosos en que los espectros y los aparecidos representaban el principal papel; y las campanas de las iglesias de Soria doblaban a lo lejos con un tañido monótono y triste.
-Hermosa prima -exclamó al fin Alonso rompiendo el largo silencio en que se encontraban-; pronto vamos a separarnos tal vez para siempre; las áridas llanuras de Castilla, sus costumbres toscas y guerreras, sus hábitos sencillos y patriarcales sé que no te gustan; te he oído suspirar varias veces, acaso por algún galán de tu lejano señorío.
Beatriz hizo un gesto de fría indiferencia; todo un carácter de mujer se reveló en aquella desdeñosa contracción de sus delgados labios.
-Tal vez por la pompa de la corte francesa; donde hasta aquí has vivido -se apresuró a añadir el joven-. De un modo o de otro, presiento que no tardaré en perderte... Al separarnos, quisiera que llevases una memoria mía... ¿Te acuerdas cuando fuimos al templo a dar gracias a Dios por haberte devuelto la salud que viniste a buscar a esta tierra? El joyel que sujetaba la pluma de mi gorra cautivó tu atención. ¡Qué hermoso estaría sujetando un velo sobre tu oscura cabellera! Ya ha prendido el de una desposada; mi padre se lo regaló a la que me dio el ser, y ella lo llevó al altar... ¿Lo quieres?
-No sé en el tuyo -contestó la hermosa-, pero en mi país una prenda recibida compromete una voluntad. Sólo en un día de ceremonia debe aceptarse un presente de manos de un deudo... que aún puede ir a Roma sin volver con las manos vacías.
El acento helado con que Beatriz pronunció estas palabras turbó un momento al joven, que después de serenarse dijo con tristeza:
-Lo sé prima; pero hoy se celebran Todos los Santos, y el tuyo ante todos; hoy es día de ceremonias y presentes. ¿Quieres aceptar el mío?
Beatriz se mordió ligeramente los labios y extendió la mano para tomar la joya, sin añadir una palabra.
Los dos jóvenes volvieron a quedarse en silencio, y volviose a oír la cascada voz de las viejas que hablaban de brujas y de trasgos y el zumbido del aire que hacía crujir los vidrios de las ojivas, y el triste monótono doblar de las campanas.
Al cabo de algunos minutos, el interrumpido diálogo tornó a anudarse de este modo:
-Y antes de que concluya el día de Todos los Santos, en que así como el tuyo se celebra el mío, y puedes, sin atar tu voluntad, dejarme un recuerdo, ¿no lo harás? -dijo él clavando una mirada en la de su prima, que brilló como un relámpago, iluminada por un pensamiento diabólico.
-¿Por qué no? -exclamó ésta llevándose la mano al hombro derecho como para buscar alguna cosa entre las pliegues de su ancha manga de terciopelo bordado de oro... Después, con una infantil expresión de sentimiento, añadió:
-¿Te acuerdas de la banda azul que llevé hoy a la cacería, y que por no sé qué emblema de su color me dijiste que era la divisa de tu alma?
-Sí.
-Pues... ¡se ha perdido! Se ha perdido, y pensaba dejártela como un recuerdo.
-¡Se ha perdido!, ¿y dónde? -preguntó Alonso incorporándose de su asiento y con una indescriptible expresión de temor y esperanza.
-No sé.... en el monte acaso.
-¡En el Monte de las Ánimas -murmuró palideciendo y dejándose caer sobre el sitial-; en el Monte de las Ánimas!
Luego prosiguió con voz entrecortada y sorda:
-Tú lo sabes, porque lo habrás oído mil veces; en la ciudad, en toda Castilla, me llaman el rey de los cazadores. No habiendo aún podido probar mis fuerzas en los combates, como mis ascendentes, he llevado a esta diversión, imagen de la guerra, todos los bríos de mi juventud, todo el ardor, hereditario en mi raza. La alfombra que pisan tus pies son despojos de fieras que he muerto por mi mano. Yo conozco sus guaridas y sus costumbres; y he combatido con ellas de día y de noche, a pie y a caballo, solo y en batida, y nadie dirá que me ha visto huir del peligro en ninguna ocasión. Otra noche volaría por esa banda, y volaría gozoso como a una fiesta; y, sin embargo, esta noche... esta noche. ¿A qué ocultártelo?, tengo miedo. ¿Oyes? Las campanas doblan, la oración ha sonado en San Juan del Duero, las ánimas del monte comenzarán ahora a levantar sus amarillentos cráneos de entre las malezas que cubren sus fosas... ¡las ánimas!, cuya sola vista puede helar de horror la sangre del más valiente, tornar sus cabellos blancos o arrebatarle en el torbellino de su fantástica carrera como una hoja que arrastra el viento sin que se sepa adónde.
Mientras el joven hablaba, una sonrisa imperceptible se dibujó en los labios de Beatriz, que cuando hubo concluido exclamó con un tono indiferente y mientras atizaba el fuego del hogar, donde saltaba y crujía la leña, arrojando chispas de mil colores:
-¡Oh! Eso de ningún modo. ¡Qué locura! ¡Ir ahora al monte por semejante friolera! ¡Una noche tan oscura, noche de difuntos, y cuajado el camino de lobos!
Al decir esta última frase, la recargó de un modo tan especial, que Alonso no pudo menos de comprender toda su amarga ironía, movido como por un resorte se puso de pie, se pasó la mano por la frente, como para arrancarse el miedo que estaba en su cabeza y no en su corazón, y con voz firme exclamó, dirigiéndose a la hermosa, que estaba aún inclinada sobre el hogar entreteniéndose en revolver el fuego:
-Adiós Beatriz, adiós... Hasta pronto.
-¡Alonso! ¡Alonso! -dijo ésta, volviéndose con rapidez; pero cuando quiso o aparentó querer detenerle, el joven había desaparecido.
A los pocos minutos se oyó el rumor de un caballo que se alejaba al galope. La hermosa, con una radiante expresión de orgullo satisfecho que coloreó sus mejillas, prestó atento oído a aquel rumor que se debilitaba, que se perdía, que se desvaneció por último.
Las viejas, en tanto, continuaban en sus cuentos de ánimas aparecidas; el aire zumbaba en los vidrios del balcón y las campanas de la ciudad doblaban a lo lejos.

III

Había pasado una hora, dos, tres; la media noche estaba a punto de sonar, y Beatriz se retiró a su oratorio. Alonso no volvía, no volvía, cuando en menos de una hora pudiera haberlo hecho.
-¡Habrá tenido miedo! -exclamó la joven cerrando su libro de oraciones y encaminándose a su lecho, después de haber intentado inútilmente murmurar algunos de los rezos que la iglesia consagra en el día de difuntos a los que ya no existen.
Después de haber apagado la lámpara y cruzado las dobles cortinas de seda, se durmió; se durmió con un sueño inquieto, ligero, nervioso.
Las doce sonaron en el reloj del Postigo. Beatriz oyó entre sueños las vibraciones de la campana, lentas, sordas, tristísimas, y entreabrió los ojos. Creía haber oído a par de ellas pronunciar su nombre; pero lejos, muy lejos, y por una voz ahogada y doliente. El viento gemía en los vidrios de la ventana.
-Será el viento -dijo; y poniéndose la mano sobre el corazón, procuró tranquilizarse. Pero su corazón latía cada vez con más violencia. Las puertas de alerce del oratorio habían crujido sobre sus goznes, con un chirrido agudo prolongado y estridente.
Primero unas y luego las otras más cercanas, todas las puertas que daban paso a su habitación iban sonando por su orden, éstas con un ruido sordo y grave, aquéllas con un lamento largo y crispador. Después silencio, un silencio lleno de rumores extraños, el silencio de la media noche, con un murmullo monótono de agua distante; lejanos ladridos de perros, voces confusas, palabras ininteligibles; ecos de pasos que van y vienen, crujir de ropas que se arrastran, suspiros que se ahogan, respiraciones fatigosas que casi se sienten, estremecimientos involuntarios que anuncian la presencia de algo que no se ve y cuya aproximación se nota no obstante en la oscuridad.
Beatriz, inmóvil, temblorosa, adelantó la cabeza fuera de las cortinillas y escuchó un momento. Oía mil ruidos diversos; se pasaba la mano por la frente, tornaba a escuchar: nada, silencio.
Veía, con esa fosforescencia de la pupila en las crisis nerviosas, como bultos que se movían en todas direcciones; y cuando dilatándolas las fijaba en un punto, nada, oscuridad, las sombras impenetrables.
-¡Bah! -exclamó, volviendo a recostar su hermosa cabeza sobre la almohada de raso azul del lecho-; ¿soy yo tan miedosa como esas pobres gentes, cuyo corazón palpita de terror bajo una armadura, al oír una conseja de aparecidos?
Y cerrando los ojos intentó dormir...; pero en vano había hecho un esfuerzo sobre sí misma. Pronto volvió a incorporarse más pálida, más inquieta, más aterrada. Ya no era una ilusión: las colgaduras de brocado de la puerta habían rozado al separarse, y unas pisadas lentas sonaban sobre la alfombra; el rumor de aquellas pisadas era sordo, casi imperceptible, pero continuado, y a su compás se oía crujir una cosa como madera o hueso. Y se acercaban, se acercaban, y se movió el reclinatorio que estaba a la orilla de su lecho. Beatriz lanzó un grito agudo, y arrebujándose en la ropa que la cubría, escondió la cabeza y contuvo el aliento.
El aire azotaba los vidrios del balcón; el agua de la fuente lejana caía y caía con un rumor eterno y monótono; los ladridos de los perros se dilataban en las ráfagas del aire, y las campanas de la ciudad de Soria, unas cerca, otras distantes, doblan tristemente por las ánimas de los difuntos.
Así pasó una hora, dos, la noche, un siglo, porque la noche aquella pareció eterna a Beatriz. Al fin despuntó la aurora: vuelta de su temor, entreabrió los ojos a los primeros rayos de la luz. Después de una noche de insomnio y de terrores, ¡es tan hermosa la luz clara y blanca del día! Separó las cortinas de seda del lecho, y ya se disponía a reírse de sus temores pasados, cuando de repente un sudor frío cubrió su cuerpo, sus ojos se desencajaron y una palidez mortal descoloró sus mejillas: sobre el reclinatorio había visto sangrienta y desgarrada la banda azul que perdiera en el monte, la banda azul que fue a buscar Alonso.
Cuando sus servidores llegaron despavoridos a noticiarle la muerte del primogénito de Alcudiel, que a la mañana había aparecido devorado por los lobos entre las malezas del Monte de las Ánimas, la encontraron inmóvil, crispada, asida con ambas manos a una de las columnas de ébano del lecho, desencajados los ojos, entreabierta la boca; blancos los labios, rígidos los miembros, muerta; ¡muerta de horror!

IV

Dicen que después de acaecido este suceso, un cazador extraviado que pasó la noche de difuntos sin poder salir del Monte de las Ánimas, y que al otro día, antes de morir, pudo contar lo que viera, refirió cosas horribles. Entre otras, asegura que vio a los esqueletos de los antiguos templarios y de los nobles de Soria enterrados en el atrio de la capilla levantarse al punto de la oración con un estrépito horrible, y, caballeros sobre osamentas de corceles, perseguir como a una fiera a una mujer hermosa, pálida y desmelenada, que con los pies desnudos y sangrientos, y arrojando gritos de horror, daba vueltas alrededor de la tumba de Alonso.


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Mensaje  Silvana Graus Vie 28 Oct 2011 - 5:21

Muchas gracias Frodo. Estas versiones no las conocía. Y el texto de Bécquer es muy apropiado para la ocasión.
Y gracias también a vos Maia por el enlace.
Les dejo algo que creo que les gustará y va muy bien con la fiesta de Halloween.


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Mensaje  Invitado Vie 28 Oct 2011 - 8:31

Jolin Frodo, me acabas de recordar mi época de instituto, cuando me toco leer las leyendas... las leía mientras mi hermana me secaba el pelo. Según volvía a leerlo, me he vuelto a ver en esa silla con el libro de la mano y mi hermana diciendo "sujeta la cabeza!!!!!"- La leyenda de Halloween 602843 La leyenda de Halloween 602843 La leyenda de Halloween 602843

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Mensaje  Anabelee Vie 28 Oct 2011 - 10:29



Frodo, un punto. Esa leyenda es una de mis favoritas de Bécquer, has hecho que me ponga a buscar como una loca por las estanterías para releerlo otra vez.
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Mensaje  anusky27 Vie 28 Oct 2011 - 10:59

Que interesante la historia me ha gustado, gracias por compartirla.
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Mensaje  Invitado Vie 28 Oct 2011 - 11:11

Silvana Graus escribió:Muchas gracias Frodo. Estas versiones no las conocía. Y el texto de Bécquer es muy apropiado para la ocasión.
Y gracias también a vos Maia por el enlace.
Les dejo algo que creo que les gustará y va muy bien con la fiesta de Halloween.


Flower

Absolutamente fantástico, Silvana. Un video maravilloso. Gracias Gracias Gracias Gracias Por cierto, ya ves como son las cosas, que la primera vez que oí hablar de Mussorgsky no fue directamente por él como compositor sino porque el grupo Emerson,Lake & Palmer hizo una adaptación de su obra Cuadros para una exposición. De ahí la curiosidad ya me llevó al original, a Boris Godunov, etc.etc.

Akasha escribió:Jolin Frodo, me acabas de recordar mi época de instituto, cuando me toco leer las leyendas... las leía mientras mi hermana me secaba el pelo. Según volvía a leerlo, me he vuelto a ver en esa silla con el libro de la mano y mi hermana diciendo "sujeta la cabeza!!!!!"- La leyenda de Halloween 602843 La leyenda de Halloween 602843 La leyenda de Halloween 602843

Je,je,je,je,je... qué tiempos aquellos. Anda que no nos habían hecho a nosotros aprendernos aquello de..."volverán las oscuras golondrinas...". Y con la inconsciencia de entonces pensabas "¿pero qué ....oño dice este tío de golondrinas?" La leyenda de Halloween 602843 La leyenda de Halloween 602843 La leyenda de Halloween 602843 La leyenda de Halloween 602843 La leyenda de Halloween 602843

Anabelee escribió:

Frodo, un punto. Esa leyenda es una de mis favoritas de Bécquer, has hecho que me ponga a buscar como una loca por las estanterías para releerlo otra vez.

Gracias, Anabelee. Has tenido el mismo acto reflejo que yo. También me he tirado por ahí por las estanterías a ver dónde tenía escondido el librito de rimas y leyendas que ya tiene hasta las páginas amarillentas. read

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La leyenda de Halloween Empty Re: La leyenda de Halloween

Mensaje  cassandra Vie 28 Oct 2011 - 20:07

Gracias Frodo, por todo lo que nos has explicado OK Y Becker, vamos, ideal para esta noche de brujas y monstruos Aplauso Aplauso
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